Es una película de Juliano Ribeiro Salgado y Wim Wenders sobre el fotógrafo Sebastião Salgado.
Se trata de una narración en blanco y negro que nos lleva de vuelta al viaje fotográfico de Sebastião Salgado a lo largo de su carrera. Es sobre todo una visita dividida por un lado de Wim Wenders que se centra en el profesional desde el punto de vista del admirador de una obra icónica. Por otro lado, tenemos la mirada del hijo, que se refiere a la falta de un padre en constante movimiento motivado por el deseo de otras realidades, otros mundos distantes que le apartaron de la familia de todos los días. Lo curioso es que Juliano Ribeiro Salgado acaba por ser parte de ese deambular con el fin de poder conocer el padre que nunca estuvo presente y que nos permite conocerlo a través de este documental. Poco a poco estos dos puntos de vista opuestos de un mismo hombre se complementan entre sí y construyen una narrativa que no se limita a admirar el trabajo, sino que también muestra el lado más humano, más frágil e íntimo de un hombre que perpetua en fotografías lo peor y lo mejor de la naturaleza humana. Así que se concede a un tercer elemento básico para la carrera de Sebastião Salgado, su esposa, Lelia Warnick Salgado, porque sin ella no habría sido posible. La sal de la tierra es un documental notable, ya que es imposible permanecer indiferente a las imágenes más oscuras de la historia humana capturada por la lente nitida de Sebastião Salgado, pero al mismo tiempo termina con un soplo de esperanza cuando aborda su último importante proyecto fotográficom, genesis y también el trabajo del Instituto de la Tierra, una organización ambiental sin fines lucrativos fundada por la familia Salgado, que tiene como objetivo reforestar la selva atlántica en el suroeste de Brasil.