Lo más curioso es que se puede definir ciudad conforme el banco donde estamos. A la izquierda, un abundante número de edificios románicos, el resultado de la importancia de Amarante como pasaje y una parada para detenerse casi obligatoria para aquellos que querían hacer los caminos de Santiago de Compostela. En el otro lado del río, vimos los monumentos más recientes y exuberantes como la Iglesia de reales y Telões y los edificios más modernos que terminan tranquilas aguas del río. Son deliciosas las terrazas donde uno se puede refrescar y disfrutar del hermoso paisaje en el verano, o incluso en el invierno blanco. Esta metrópolis del Miño también es conocida por su gran movimiento artístico e intelectual. Es una de las ciudades con el mayor número de periódicos y publicaciones que promueven actividades culturales y de las principales tertulias literarias. Debe visitar es el Museo Municipal de Amadeu de Sousa Cardoso, que reúne una importante colección de artistas nacidos en este pueblo rural.
La naturaleza es quizá sus mejores tarjetas de visitas de esta localidad. La sierra de Marão es justo al lado con una superficie de casi 20.000 hectáreas de bosques formados de pinos bravos, que por desgracia han sido devastadas por incendios forestales constantes que se producen en la región. Sin embargo, ha habido una gran cantidad de programas de reforestación locales y de populares para implementar el restablecimiento la mancha verde en el paisaje. Frente al Marão, tenemos la Sierra de la Aboboreira que nos es tan accidentada y por eso tiene unas hermosas rutas peatonales para descubrir los vestigios neolíticos del pasado de nuestro país, que datan de 2500 a.c. Amarante tiene así su origen en los pueblos primitivos de la Edad de Bronce, por lo que es una de las ciudades más bellas del norte de Portugal y una visita obligada para los amantes de la naturaleza.